El viejo que habia entre pieles de foca se despertó, y se tomó el tiempo necesario
que le pedian sus 58 años. ¿Sólo 58?. Pensareis que no es viejo.
Él si lo pensaba, y esa mañana lo sabía. Como dije, se despertó entre pieles de foca,
había pasado la noche en un iglú, un refugio para cuando el y los suyos iban de caza.
A su lado había otra figura, su hijo. Normalmente el siempre levantaba a su hijo, ya
que los ancianos tienen el sueño inquieto y siempre se las arreglan para despertarse
antes que los jóvenes.
Esa mañana no lo despertó y ya nunca lo volvería a despertar. Era el ultimo día,
estaba decidido. Se pasó la lengua por el liso recorrido de sus encias apenas cortado por
un par de muelas y algún diente que resistian como tempanos helados durante el
deshielo estival. Cada vez mas desgastados. El no queria que su nuera le masticara
la comida como vió hacer a su madre con su abuelo. Simplemente le gustaba masticar
, morder y rasgar la carne de ballena ahumada. Y ya no podia, así que no sufria
por no volver a ver la carne de ballena puesto que no la podría disfrutar.
Se incorporó dentro de la boveda helada e iluminada del iglú y se frotó
los miembros entumecidos, cada estación de costaba mas llegar hasta allí.
Le dolia todo. Ya no disfrutaba de la caza. Estaba cansado.
Sin hacer ruido se levantó. Tenia sed, pero no podia beber nada, tenia que hacer
fuego para derretir hielo y beber, pero eso despertaría a su hijo. Y no quería despedirse
de él. Seguro que trataría de convencerle para que no saliera en busca del oso.
Pero ya lo estaba deseando. Habia vivido muchos años, habia disfrutado de la vida,
habia respetado la naturaleza y la naturaleza le habia dejado ver sus mas hermosos
secretos. Tambien habia visto rendirse a la naturaleza. Veia como cada estación
el hielo era mas debil. Habia visto como los que vestian pieles-que-no-eran-pieles
abusaban de ella y la despojaban de vida.
Ese ultimo recuerdo le dolió. Sabia que el mundo cambiaba y que era a peor.
Así que mientras salia a gatas del iglú sonria como solo sonrie la gente de una
broma que solo el entiende. El no veria la muerte de la naturaleza.
Hechó a andar y se notó extraño al no notar el peso de las artes de caza que
por esta época solia llevar encima.
Ya solo esperaba encontrarse con un gran oso blanco y acabar como lo hacian
desde siempre su gente. Dandole al mundo lo que ellos habian tomado. Vida.
En el iglú habia dejado sus artes de caza a sus nietos, esperaba que nunca usaran un
rifle. Lo habia hecho a modo de despedida.